El anís es una de las plantas medicinales más antiguas del mundo. Existen pruebas que demuestran que el anís ya se cultivaba 2000 años antes de Cristo, en Egipto; y en Grecia se empleaba habitualmente como especia y planta medicinal. De su composición cabe decir que contiene un 2-3% de esencia en sus frutos, cantidad que puede aumentar hasta un 6% en casos excepcionales. Esa esencia se compone principalmente de una sustancia llamada anetol, que es la que le confiere su olor característico.Además podemos encontrar -también en su esencia- albúminas, diversos azúcares y ácidos orgánicos. Todos estos componentes confieren al anís varias virtudes, entre las que podemos destacar sobre todo el que se trata de un buen expectorante, que facilita la expulsión de gases y que actúa como un excelente tónico estomacal. Además de todo esto, se sabe que aumenta la secreción de la leche en la mujer y en los animales, contando también con propiedades reguladoras de las funciones menstruales. Así pues, esta planta está indicada en casos de inapetencia, espasmos gastrointestinales, meteorismo, mal aliento, catarros, bronquitis, lactancia y menstruaciones irregulares.Es importante recordar que la esencia de esta planta puede resultar tóxica si se administra en grandes dosis, por lo que la dosis habrá de ajustarse a lo que prescriba el médico.
Infusión. Con una cucharadita de fruto de anís en una taza de agua hirviendo. Esta infusión se debe tomar en caliente; si se quiere, se puede reforzar con un poquito de tintura de anís.
Esencia de anís. De 1 a 4 gotas de la esencia, que pueden añadirse a un terrón de azúcar. Se puede repetir la dosis después de las 3 principales comidas.
Tintura de anís.
Se macera el fruto de anís en alcohol de 70º durante 10 días. Apurado el tiempo, se filtra y se conserva el líquido en frasco cuentagotas.
Anís dulce
(Pimpinella anisum)