En las yemas y en las hojas hay un glucósido que se descompone, dando ácido cianhídrico.
En el fruto encontramos una gran cantidad de azúcares: solo ellos suponen un 9% del peso total de la planta. Además podemos localizar ácido tartárico, ácido málico y ácido tánico, que le confieren propiedades astringentes -hecho conocido desde tiempos antiguos, ya que tradicionalmente se empleaba para combatir diarreas. Las semillas contienen gran cantidad de mucílago (más de un 22%) además de la amigdalina, que es un glucósido con el que se debe trabajar con precaución, ya que cuando se prepara un mucílago de semillas de membrillo éstas nunca se deben abrir, pues la amigdalina se descompone, dando ácido cianhídrico que haría tóxico este mucílago; así pues, su empleo es únicamente válido por vía externa. En el supuesto de que se prepare el mucílago en condiciones, servirá para calmar la tos y tratar afecciones respiratorias y digestivas.
Decocción.
Se añaden diez gramos de semillas a 300 mililitros de agua, dejando la mezcla hervir durante quince minutos. El líquido así obtenido se emplea como antiinflamatorio a nivel dérmico.
Jarabe.
Se cuecen dos membrillos con piel y semillas en agua azucarada durante 20 minutos; después se procede a un filtrado y del líquido obtenido se extrae una cucharada que se añade a medio vaso de agua, empleándose para descongestionar la garganta mediante la práctica de gargarismos.
Membrillero
(Cydonia maliformis)